Yucatán se distingue por ser uno de los destinos más calurosos de la República Mexicana, motivo por el cual no ha de sorprendernos que los viajeros tengan predilección por visitar la entidad en la temporada de otoño.
Otoño es la época del año en que las temperaturas suelen ser más agradables para los turistas, ya que comienza a refrescar y en consecuencia a disminuir la temperatura de la región, recordemos que el estado no experimenta cambios estacionales tan profundos como en otras ciudades del país; sin embargo, durante esta estación se viven cambios discretos en la temperatura que permiten seguir disfrutando de su invaluable oferta turística, cultural, arquitectónica y gastronómica que ofrece el destino.
En esta temporada de otoño, te invitamos a descubrir algunas de las haciendas más hermosas de Yucatán, estas reconstrucciones se desarrollaron durante los primeros años de la época colonial , funcionando como estancias para los encomenderos españoles que habían llegado a tierras del maya para labrar nuevas riquezas.
Hoy en día y por fortuna, muchas de las haciendas que, con el paso de los años se habían desgastado, han logrado recobrar su belleza y esplendor de la época colonial; algunas de ellas se han convertido en grandes atractivos turísticos que resguardan en su interior hoteles, restaurantes, museos, centros recreativos para eventos sociales y spas.
Yucatán cuenta con aproximadamente 300 haciendas, por lo que, con la intención de dar inspiración a tu próximo viaje compartimos tres opciones que sin duda te robarán el aliento.
Hacienda Mucuyché
Su origen data del siglo XVII y cuenta la historia que la emperatriz Carlota conoció esta hacienda en 1865 y disfrutó de los paraísos naturales que en ella se esconden. Era propiedad del hacendado don Manuel José Peón y abarcaba 5 mil hectáreas, siendo un importante centro de producción del henequén en Yucatán. Es considerada por los yucatecos como una maravilla natural de belleza única en el sur del estado, en el municipio de Abalá.
Este mágico lugar te dejará sin palabras por su encanto, sin duda es un lugar lleno de historia, cultura, naturaleza y misticismo; ya que en ella descubrirás dos de los más bellos cenotes del estado. El primero de estilo semiabierto y el segundo de tipo caverna, una vez que ingreses a sus aguas cristalinas sentirás la energía que emana de ellos y será imposible no sentirse en comunión con la naturaleza.
Hacienda San Francisco Tzacalha
Ubicada en el municipio de Dzidzantún, fue fundada hacia 1857 y representó una de las haciendas más importantes del estado en cuanto a extensión territorial con casi 10 mil hectáreas. Hoy en día, la Hacienda San Francisco, es un espacio comprometido con la preservación del entorno y con la comunidad local; convertido en hotel que permite a sus viajeros disfrutar de la naturaleza en sus más de 160 hectáreas, pobladas de animales silvestres.
Además, como parte de la riqueza culinaria de Yucatán, alberga el restaurante –La Bodega- en donde el Chef Alexandro de Jesús Tzab Tzab homenajea los sabores y aromas de la región con especialidades basadas en la cocina tradicional, combinando técnicas y productos endémicos para la elaboración de platillos.
Hacienda Sotuta de Peón Hacienda Viva
Construida a mediados del siglo XIX, comenzó a funcionar en 1858. Es hoy una de las pocas haciendas henequeneras que existen en plena producción. Convertida en hotel de lujo, conjugando un amplio abanico de experiencias culturales, históricas, turísticas, gastronómicas, con inigualables paisajes naturales. Además en ella se albergan ocho cenotes, sólo uno de ellos está habilitado - Dzul-há (Caballero de Agua)- en el que esculturas naturales de piedra enmarcan a un balneario natural de frescas aguas cristalinas.
En esta hacienda no podrás dejar de probar la cocina tradicional yucateca, uno de los pilares de la gastronomía mexicana. Cuenta con huerto propio y su cosecha es utilizada dentro de la Muestra Gastronómica que se ofrece en el restaurante. Además el chef Florencio Narváez, rescata la mezcla culinaria maya e hispánica heredada y diseña un propositivo concepto culinario; una muestra gastronómica que incluye guisos habituales en las haciendas desde sus inicios hasta recetas más contemporáneas.
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