En las últimas décadas, la industria de la moda ha sido testigo de transformaciones
radicales, las empresas del sector han tenido que adaptarse a nuevos contextos y
demandas, lo que ha las ha llevado a cambiar su modelo de negocio.
Se trata de un cambio impulsado por dos tendencias diametralmente opuestas, pero que buscan disminuir el impacto ambiental del sector con una propuesta más sostenible.
Por un lado, el fast fashion, que recae en la producción masiva de prendas asequibles para
mantenerse al margen de las tendencias actuales, se encuentra en un auge sin
precedentes; no obstante, el impacto medioambiental de la producción masiva también
impulsó el surgimiento de modelos impulsados por la economía circular que busca artículos
con una vida útil mayor.
“La sostenibilidad se ha convertido en un tema central en la industria de la moda. Hoy en
día vemos modelos de negocio de resale con un gran potencial, desde startups de reciente
creación, hasta grandes cadenas de retail o compañías internacionales que se han sumado
a esta tendencia”, comenta Ana Paula Godoy Paredes, CEO y Fundadora de RAG, startup
mexicana de resale de artículos de lujo.
Empresas más amigables con el medio ambiente
El resale ha tenido un crecimiento constante en los últimos años, en los que ha pasado de
un tamaño de mercado de 96 mil millones de dólares en 2021, a 119 mil millones en 2022,
de acuerdo con datos de Statista. Para este año, se espera un incremento de 22 mil
millones de dólares y, para 2026, se prevé alcance un valor de 218 mil millones de dólares a
nivel global.
“Para el cliente el resale ofrece una oportunidad de conseguir piezas que ya no están en
retail, piezas únicas o de colecciones de lujo a un precio accesible y que mantienen una
gran calidad. Mientras que para las marcas, es una alternativa que brinda un enfoque
mucho más responsable y amigable con el medio ambiente”, comenta Godoy Paredes.
De acuerdo con datos de Greenpeace, la producción de ropa representa un 10% de las
emisiones totales de dióxido de carbono a nivel global y señala que uno de los principales
problemas del fast fashion es la fugacidad en sus tendencias, que ha resultado en que las
prendas sean 36% menos utilizadas por las personas, por lo que actualmente existe una
mayor producción, pero un menor uso.
Por su parte, el reporte A New Textiles Economy de la Fundación Ellen MacArthur, refiere
que tan solo de 2000 a 2015, la producción de prendas se duplicó pasando de 50 mil
millones de piezas producidas anualmente a 100 mil millones.
Este consumo excesivo y poco ético resulta en una mayor contaminación, principalmente
oceánica, ya que aproximadamente 500 mil toneladas de microplásticos llegan a los mares
cada año debido a la producción textil; en tanto, el 73% de las prendas producidas
anualmente terminan incineradas o en basureros, reporta la Universidad Nacional
Autónoma de México (UNAM).
“La moda sostenible es una representación del cambio de pensamiento en la sociedad
actual, en el que se fomenta la innovación y la creatividad en favor del medio ambiente.
Cada vez son más las empresas que buscan genuinamente implementar políticas más
sostenibles y modelos de economía circular. Ese es el presente y el futuro de la moda”,
concluye la CEO de RAG.
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